El 3 de octubre regrese a casa, todo magullado físicamente, porque el esfuerzo fue grande, pero recontento de haber logrado la meta que me había propuesto. Desde ese día hasta ahora, estuve en plan recuperación, física y mentalmente. Ahora, ya más tranquilo, intentare volcar fotos y memorias, como siempre lo hago, como una especie de archivo para mí mismo, pero para aquellos que de cualquier manera siempre me siguen en El Corral, espero que lo disfruten, aunque sea repetitivo.

Trataré de llevarlos desde St. Jean de Pied du Port en Francia hasta Santiago de Compostela en ancas de mi memoria, y con fotos que me ayudaran a recordar y recrear lo vivido...Buen Camino!!!

Juan Alberto Pintos

Astorga, una ciudad para retornar

Astorga es una de esas ciudades que todos tendrían que visitar una vez en su vida. No es grande, pero como en Roma, Paris, o las otras grandes ciudades europeas, tiene rastros de historia milenaria en cada esquina. Lo único que me dio pena fue que no pude entrar a la Catedral, ya que te cobran entrada para visitarla, yo como Católico, me rehúso a pagar para rezar o visitar un templo. Con más razón en España, donde la iglesia católica, por ser el culto del estado, recibe todo tipo de beneficios económicos de parte del gobierno. Es decir que es el pueblo español el que mantiene las iglesias. Creo que cobrar es un abuso y que está totalmente fuera de lugar. Aclaro que no es una situación particular de Astorga, sino que me paso también en Londres en Westminster.

A lo positivo… 
Astorga te invita a dos cosas, a comer y a caminar. Yo lo hice precisamente en ese orden, después de descansar un poco, salimos a caminar, pero terminamos con algunos amigos, sentados en la plaza del ayuntamiento, comiendo tapas y tomando cañas, la tarde se desarrolló lentamente, disfrutando del ambiente general, probando los típicos dulces y golosinas de Astorga, admirando el ida y vuelta de los lugareños en general y de los peregrinos que en grandes cantidades se paseaban por las calles.
Y después… Cocido manchego, una comida que hay que comer si es posible al mediodía, a tal punto que los restaurantes que se dedican a ese plato típico, ni se molestan en abrir para la cena. Nosotros, que en ese sentido, estábamos más desorientados que Adán en el día del padre, nos decidimos a comerlo para la cena. Craso error, primero que por lo que después nos explicaron, vas a estar comiendo las sobras del mediodía recalentadas. Segundo que algo tan pesado y abundante te deja extremadamente lleno y no te va a dejar ni dormir.
Garbanzos, vegetales, papas, todo tipo de carnes de todo tipo de animal (cerdo, res, ave), morcillas, chorizo, tocino. Sopa de cabellos de ángel, vino, pan, postre, chupitos de orujo…. Ay mamita, no me des más.

Mientras todos se dirigían a los albergues, prontos para el descanso de la noche, yo redondo y satisfecho, me dirigí hacia las murallas, despacio y al atardecer me camine casi 2 kilómetros de murallas, admirando la belleza de la ciudad y tratando de alivianar el estómago.


El castillo edificado por Gaudí, es uno de los lugares destacables, así como la Catedral y las calles estrechas y pequeños callejones que te invitan a recorrerlos, a la hora en que la luz empieza a escasear, estos lugares se vuelven intrigantes. Me perdí en ellos, sin rumbo, disfrutando la soledad y a la vez escuchando los ruidos y rumores de una ciudad que llena de vida, me incitaba a seguir explorando, pero el cuerpo me pedía descanso.

Dentro de dos meses comienzo otro Camino, esta vez por La Vía de la Plata, lo que me da la opción de seguir por el Camino Sanabrés o seguir hasta el Camino Francés y Astorga, esa ciudad que tanto me atrajo. Es la razón por la que todavía no me he decidido de que Camino usare para llegar a Santiago por segunda vez.

A las fotos y nos vemos pronto, ya que hasta Santiago no paro.

Otra vez a la ruta...La Via de la Plata.

Hoy comenzó, en serio, lo que será mi rutina diaria hasta el 25 de Agosto.
Los entrenamientos y puesta a punto para el nuevo Camino de Santiago, hay que hacerlos en serio, ya que me esperan alrededor de 1000 kilómetros, según datos con un 25% realmente cruento. 
Levantarse a la salida del sol, desayunarse liviano, preparar el bolso para la mañana (agua, banana, repelente de mosquitos, P H, abrigo o poncho de lluvia}. A las seis más o menos, a la calle.
 Hoy hice 3 horas y media, lo que a mi paso son unos 17 a 18 kilómetros, esta una distancia que hago cómodamente, pero la tengo que ir incrementando de a poco hasta llegar a las 6 horas diarias. Después de llegar a esa meta, que será en unas tres
semanas, ahí empezare a ir a lugares más escabrosos, como los senderos de bicicleta de montaña, o las largas caminatas por las colinas de Caledon, que pueden ser muy buenas rompepiernas por sus toboganes exagerados.
La Vía de la Plata me espera, espero que no me sorprenda físicamente, porque se que mental y culturalmente me va a tirar muchas sorpresas. Estoy deseando que llegue el momento de partir.
Toda esta preparación, para mi resulta cansadora pero hermosa, para los que siguen mis caminatas, representa un montón de fotos nuevas y algunas
anécdotas que vaya recogiendo entre paso y paso.

Los dejo con unas fotos de hoy en el Humber Trail.

Rumbo a Astorga

Los gritos y diferentes ruidos de los brasileros que encendieron las luces del dormitorio mucho antes de las seis de la mañana, nos hicieron poner de pie a nosotros también, Jordi de un malhumor muy justificado se tapaba la cabeza con su almohada, tratando de estirar la noche, Ana con quien nos habíamos rencontrado el día anterior al llegar al albergue, parecía de piedra, no se movía, como no dándose cuenta del jolgorio que la rodeaba. Yo después de unas puteadas a sottovoce, me comencé a preparar también.

El desayuno fue muy bueno y se disfrutó, recargando pilas para lo que sería una hermosa etapa hasta Astorga, unos 26 km., muy rompepiernas, por la abundancia de subidas y bajadas, suaves pero continuas. Las ondulaciones me hacían recordar al paisaje Uruguayo.
La zona es cerealera por excelencia, se encuentran canales de regado y pequeños arroyuelos por todos lados, a pesar de la época, los campos de dorados o marrones claros, dejan entrever una producción intensa y abundante. En algunos campos recién trillados, el aroma a tierra trabajada, ocre pero suave te llena los sentidos.
Al llegar al Puente de Órbigo, parece que a uno lo hubieran transportado en una capsula de tiempo, hacia la edad media. Si se presta atención y con un poco de imaginación, todavía se pueden escuchar los caballos de los caballeros a todo galope por el empedrado del fabuloso puente.
Después de tomar un café con algunos de los muchach@s de la barra, todos apresuraron el paso, yo maravillado por el lugar, me fui quedando atrás. En un chiringuito donde entré a comprar un pedazo de queso y chorizo, para hacer diente más tarde, me encontré con John. El veterano irlandés que iba a su paso “rumbo a Santiago”. Después de eso no nos volvimos a ver más, pero como presintiendo eso, nos despedimos con un gran abrazo y un hasta siempre. Él se quedaba en el albergue de Órbigo para después continuar a su paso y gusto.

Hasta llegar al Crucero de Santo Toribio, fue toda una sucesión de trechos con toboganes bien pronunciados. Lo destacable, fue el encontrarse con los italianos con los que habíamos compartidos horas y comidas durante los últimos 10 días. Al principio eran un matrimonio que eran acompañados por el hermano del esposo. Ahora, después del retorno a Italia de uno de ellos, quedaba solo el matrimonio y ella iba bastante maltrecha. Durante un descanso, el marido me explicaba que ya habían intentado hacer el Camino completo una vez, pero una enfermedad de ella los había detenido a los pocos días. Ahora ella se había empecinado en hacerlo, el presentía que en su última visita al doctor, ella había tenido malas noticias que no compartió con él. Con sus pies totalmente llagados, con pocas fuerzas, pero con una fe y una determinación de piedra, ella seguía en pie y luchando por llegar. El caminaba a su lado como un lazarillo.
También fue la última vez que los vi, les ofrecí una Coca Cola que envuelta en periódico todavía se mantenía fresca, la aceptaron y nos despedimos. Un gran nudo en mi garganta, duró hasta que kilómetros y horas después, cuando me rencontré con Jordi, se lo conté, como una forma de compartir el dolor y pena que yo sentía. En el Crucero de Santo Toribio, todavía caminando solo, se me dio por rezar, no sé si era por ellos o por mí, pero recuerdo que sentado a la
base del Crucero, mirando el hermoso paisaje de San Justo de la Vega, en el valle, las lágrimas me corrían por las mejillas. No eran de alegría o de tristeza, eran simplemente lágrimas con ganas de rodar hacia el valle.
Un ciclista que pasaba en ese momento, paró, se bajó de su bicicleta, me pidió si le sacaba una foto, me saco una a mí, monto y deseándome “Buen Camino” siguió viaje. Yo y el mundo también.
Bueno por ahora los dejo, después les contare sobre Astorga una de las ciudades más lindas del Camino, donde además con los otros peregrinos, pasamos unos momentos muy lindos y entretenidos.

Van algunas fotos y el deseo que sigan conmigo ya que hasta Santiago no paro.